Satoshi Hatakeyama-Ekashi se enfrenta a cargos penales por pescar salmón en el río Mopetsu, en la prefectura de Hokkaido (Japón). En septiembre de 2019, el presidente de la Asociación Ainu de Monbetsu, de 78 años, organizó la kamuycepnomi, una ceremonia anual ainu para celebrar el regreso del salmón en su migración río arriba.
La policía de Hokkaido impide que Hatakeyama Satoshi se lleve el salmón.
Foto de Yousuke Kosaka, 31 August, 2018.
La captura del salmón es una parte esencial de la misma. Pero Hatakeyama-Ekashi no consiguió un permiso antes de la ceremonia, un proceso al que se ha opuesto durante décadas, ya que considera que la población ainu, como pueblo indígena de Japón, debe tener sus derechos de pesca respetados y protegidos. Sostiene que deberían poder pescar salmón y observar libremente sus rituales sin que las autoridades de la prefectura de Hokkaido intervengan. Pero unos días después de la ceremonia, la policía se llevó a Hatakeyama-Ekashi de su casa a la comisaría para interrogarlo. Tuvo que soportar horas de interrogatorio cada día durante tres días consecutivos. También le confiscaron el celular.
La lucha del pueblo ainu y los cambios institucionales en Japón
En líneas generales, se denomina ainu a los pueblos indígenas de la actual prefectura de Hokkaido, incluidas la isla rusa de Sajalín y las islas Kuriles. Durante la Segunda Guerra Mundial se vieron atrapados entre estos poderosos estados-nación, ninguno de los cuales dio a la población ainu la opción de ser su propio pueblo.
Desde el periodo Meiji de Japón (1868-1912), el pueblo ainu han sufrido gravemente las políticas de asimilación del gobierno. No se les ha permitido abrazar su identidad sin temor a la discriminación. Han luchado por mantener su lengua y su cultura. Las prácticas de caza y pesca son parte integrante de su cultura, pero se vieron obligados a abandonarlas para dedicarse a la agricultura.
Después de más de un siglo de ser ignorados, la decisión del Tribunal del Distrito de Sapporo en 1997 sobre la expropiación de tierras ainu por parte de la Agencia de Desarrollo de Hokkaido sacó finalmente a la luz la identidad ainu y sus luchas. Haciendo hincapié en el artículo 13 de la Constitución de Japón y en el artículo 27 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (PIDCP) —del que Japón es signatario—, el Tribunal declaró que "como pueblo indígena de Hokkaido, y por tanto grupo minoritario en Japón, las y los ainu tenían derecho a disfrutar de su propia cultura”.
Tras esta victoria sin precedentes, la de 1899, que en última instancia negaba la identidad propia del pueblo ainu, fue sustituida ese mismo año por la Ley de Promoción Cultural Ainu. Pero la Ley de Promoción de 1997 no llegó a reconocer sus derechos indígenas, sino que se centró principalmente en la promoción de su cultura. Posteriormente, en 2008, el Parlamento de Japón aprobó la Resolución sobre el Reconocimiento de los Ainu como Pueblo Indígena (sic). La resolución afirma que "el gobierno debe reconocer que las y los ainu son un pueblo indígena que tiene su propia lengua, religión y cultura". Pero fue criticada por sus deficiencias a la hora de reconocer la discriminación histórica de la población ainu. Poco después se creó el Consejo para la Promoción de la Política Ainu. Pero esto también fue una decepción.
En un artículo, Mashiyat Zaman, del Centro de Estudios de Políticas Medioambientales y de Minorías (Centre for Environmental and Minority Policy Studies - CEMiPoS), comparte la evaluación que el director del CEMiPoS, el profesor Maruyama Hiroshi, hace del Consejo. "[L]a propia estructura del Consejo revela el escaso interés por considerar las opiniones de la población ainu. No sólo la mayoría del Consejo es étnicamente japonesa, sino que sólo están representadas las organizaciones ainu directamente vinculadas al gobierno”.
Por otra parte, aunque se consideran éxitos en sí mismos, ninguno de estos cambios institucionales ha podido erradicar los resultados de la arraigada discriminación y abandono hacia el pueblo ainu. La vida cotidiana de la mayoría de las y los ainu ha seguido siendo nefasta. Al igual que el pueblo ryukyu, que vive principalmente en las prefecturas de Okinawa y Kagoshima, siguen siendo la población más vulnerable, más pobre y con menos acceso a la educación de calidad, a la atención sanitaria o al empleo en comparación con el resto de Japón.
La recién aprobada Ley de Promoción Ainu de 2019, que sustituye a la Ley de Promoción Cultural Ainu de 1997, parece ofrecer otra oportunidad de reconciliación entre el gobierno japonés y el pueblo ainu. Pero la amenaza e intimidación de la policía de la prefectura de Hokkaido en Hatakeyama-Ekashi muestra un panorama poco alentador. Apunta a una falta de progreso hacia el pleno reconocimiento de los derechos colectivos del pueblo ainu, en particular su derecho a la integridad cultural, a la autodeterminación y a sus tierras y territorios.
La Ley de Promoción Ainu de 2019 ha sido criticada por no resolver, entre otras cosas, las cuestiones relacionadas con sus derechos culturales. La nueva ley se limita a simplificar los procedimientos para obtener el permiso de las autoridades para realizar la pesca tradicional del salmón en los ríos. Lo mismo ocurre si desean recoger madera u otros elementos en los bosques nacionales para realizar rituales. Mientras tanto, el nuevo Museo Nacional del Pueblo Ainu, inaugurado el 12 de julio de 2020 y respaldado por una codificación específica dentro de la Ley de Promoción del Pueblo Ainu, ha sido considerado por el gobierno japonés como "el centro de la revitalización cultural del pueblo Ainu". Sin embargo, para las y los ainu es una expresión de las políticas de asimilación de Japón y de su reticencia a reconocer sinceramente sus derechos colectivos como pueblos indígenas.
Las iniciativas de Japón a nivel nacional reflejan su conducta en el ámbito internacional. En el último Examen Periódico Universal (EPU) de 2017, Japón se limitó a tomar nota de las recomendaciones que hacían referencia a "reforzar las medidas para que las y los ainu y otras minorías disfruten plenamente de sus derechos económicos, sociales y culturales" o a "profundizar en las medidas de aplicación para evitar y prevenir la discriminación contra los pueblos indígenas mediante la consulta". También se limitó a tomar nota de la recomendación sobre la ratificación del Convenio 169 de la OIT o del Convenio sobre Pueblos Indígenas y Tribales de 1989.
Del mismo modo, las observaciones finales del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial (CERD) en 2018 destacaron la necesidad de que Japón mejore en cuanto a la protección y promoción de los derechos del pueblo ainu. El CERD pidió a Japón, entre otras recomendaciones específicas, que "adopte medidas para proteger los derechos a la tierra y a los recursos naturales del pueblo ainu" y que "aumente la proporción de representantes ainu en el Consejo de Promoción de Políticas Ainu y en otros órganos consultivos.”
Caminando hacia adelante
Hatakeyama Satoshi pescando salmón. Foto de Yousuke Kosaka, 1 September, 2018.
Hatakeyama-Ekashi no es el único que exige la derogación del artículo 52 del Reglamento de Hokkaido sobre la industria pesquera de agua dulce, que "ha permitido al pueblo ainu capturar salmón sólo con el fin de realizar un ritual cultural si obtienen un permiso previo de las autoridades". Ha condenado el artículo 52 por infringir los derechos indígenas del pueblo ainu, tal y como se estipula en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas (DNUDPI), en el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos o como se garantiza claramente en el artículo 13 de la Constitución japonesa.
A pesar de todos los esfuerzos del gobierno japonés por atender las demandas del pueblo ainu, las autoridades son incapaces de apartarse de su "actitud colonizadora". Han hecho caso omiso casi siempre de la importancia de la consulta sincera y la participación de la comunidad ainu. Ésa ha sido una de las principales lagunas y puntos de crítica sobre las decisiones supuestamente transformadoras del gobierno para rectificar los impactos de su discriminación histórica y sistemática contra la población ainu.
Pero, al igual que los salmones que habitualmente desafían la corriente ascendente para desovar, el pueblo ainu no vacila en su tenacidad para seguir adelante hasta lograr el pleno reconocimiento de sus derechos. A principios de este año, 13 miembros de la comunidad ainu, tanto jóvenes como ancianos, iban a presentar una demanda contra el gobierno japonés en abril de 2020 para hacer valer sus derechos de pesca.
Hatakeyama-Ekashi sufrió un derrame cerebral varios meses después de su encuentro con las autoridades de la prefectura de Hokkaido, lo que probablemente ha sido utilizado como excusa para suspender oficialmente los cargos contra él el pasado 30 de junio. Pero ni su estado de salud ni la suspensión de los cargos le impedirán luchar por los derechos del pueblo ainu. En una reciente entrevista telefónica con la NHK desde el hospital, el 6 de julio, reiteró: "no se trata de que esto termine sin que se presenten cargos. La cuestión es que no puedo aceptar la situación en primer lugar. Pienso seguir llevándome salmones para esta ceremonia mientras esté vivo, y voy a luchar aún más por nuestros derechos indígenas.”
Pero con la amenaza de una inminente acusación aún en ciernes, y con Hatekeyama-Ekashi en un hospital, el plan de la Asociación Ainu Monbetsu de organizar otra protesta este septiembre no es probable que se produzca. No obstante, según Jeffry Gayman, profesor de la Universidad de Hokkaido y miembro de la Alianza Ciudadana para el Examen de la Política Ainu, junto con las personas que apoyan a Hatakeyama-Ekashi, planean presionar a los políticos de Hokkaido y llevar el asunto a los medios de comunicación. Su objetivo es mantener viva la historia de Hatakeyama-Ekahi y la lucha del pueblo ainu para evitar que caiga en el olvido. Tienen la certeza de que el gobierno no quiere provocar una protesta, ni dentro de Japón ni en la comunidad internacional, y que el mundo se dé cuenta de que las iniciativas de Japón hacia el pueblo ainu han sido deficientes, cuando no directamente inútiles.
*IPRI agradece a Jeffry Gayman su contribución a este artículo.